Carondio


La estela de Carondio - La piedra dolménica de Allande: Intoducción

La sierra de Carondio, junto al arroyo del mismo nombre y la sierra de Muriellos, desde un punto de vista histórico, geográfico y cultural, forman un espacio único y excepcional.

Como demuestran las imágenes y los textos siguientes, la sierra de Carondio, el arroyo y la sierra de Muriellos son los espacios  más antiguos representados con exactitud topográfica de la historia de Asturias y de la de España. Es una de las áreas que primero se representó en un mapa por el hombre.

La estela de Carondio, mal llamada estela de Allande, representa por medio de sus líneas curvas y onduladas, un mapa topográfico preciso. Sólo por eso también sería ya suficiente que el espacio fuese protegido.

La interpretación de la estela fue publicada por primera vez en La Historia de Gijón editada por el diario el Comercio en 2001. Una interpretación corregida, en colaboración con el profesor de la Universidad de Granada Mario Ruiz Morales, fue publicada en la revista Topografía y Cartografía , editada por el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos en Topografía, en su número 142 de septiembre-octubre de 2007.

--Ricardo González Pañeda.


La estela de Carondio - La piedra dolménica de Allande: Interpretación Topográfica.  


©2001-2010 Ricardo González Pañeda y Mario Ruiz Morales. (Universidad de Granada) 

(Originariamente publicado en la Historia de Gijón editada por el diario el Comercio en 2001.)


Nos enfrentamos ahora con lo que debe ser el objetivo principal de cualquier estudio de representaciones gráficas prehistóricas, el intentar descubrir su significado y tratar de saber lo que pretendían transmitir las gentes de la época cuando grababan, esculpían o pintaban imágenes. Creemos que para ello es necesario partir de los signos, de su forma y de su relación estructural dentro del espacio que contiene el mensaje (la laja en este caso) y de su contexto geográfico (lugar de localización del hallazgo), histórico y cultural. Partiendo de las explicaciones que habitualmente plantean los prehistoriadores, el conjunto de signos de la estela puede ser interpretado con una imagen puramente decorativa[1], como una manifestación “litográfica” relacionada con un culto funerario[2] o como un ejemplo de prácticas de hechicería[3], aunque entendamos que, en este caso concreto,  ninguna de las tres sea acertada. Estimamos como línea de investigación principal  el partir tanto de las formas de los signos como de su relación dentro de la estela. Dentro del conjunto de los signos de la estela la línea ondulada aparece (R1), a nuestro juicio, como la clave para descubrir su posible significado.


Dicha línea puede ser interpretada, sin demasiada dificultad, como un símbolo de una corriente de agua, de un arroyo o de un río. Si aceptamos que la línea ondulada representa un río, podríamos interpretar los signos con forma de arcos concéntricos (C1-C7 y M1-M2) como imágenes del relieve terrestre; así el conjunto de petroglifos de la estela no sería más que una serie de signos convencionales asociados al plano de una zona determinada, una posibilidad real pero indemostrable salvo que se pudiera localizar el lugar en cuestión. Teniendo en cuenta que las representaciones cartográficas prehistóricas debieron ser forzosamente topocéntricas, se procedió a examinar la hoja del Mapa Topográfico Nacional nº 50 (Cangas del Narcea. Ed. 2004) por figurar en ella el primitivo emplazamiento de la estela. Sobre él se observa sin dificultad que la corriente de agua más próxima es la del arroyo de Carondio, situado al Sur, encajado entre la sierra de su mismo nombre (al Oeste de la margen derecha del arroyo) y la Sierra de Muriellos. Por otra parte, es necesario subrayar la abrupta divisoria de la primera de ellas, en la que se pueden observar siete u ocho cumbres, al contrario que la segunda, la sierra de Muriellos, de relieve mucho más suave, en la que se pueden apreciar, desde el interior del valle formado por el arroyo de Carondio, dos lomas como elementos geomorfológicos más sobresalientes. Al analizar la imagen planimétrica de ambas sobre el mapa se comprueba una marcada semejanza con las columnas de signos grabados en la estela, concretamente parece como si la alineación de los arcos concéntricos del borde izquierdo (C1-C7) de la estela se correspondiera con divisoria ya citada, mientras que los arcos del borde (M1-M2) derecho aparecerían asociados a la Sierra de Muriellos.


Una nueva coincidencia, que reforzaría esta hipótesis, es que las dos cumbres más altas de ambas sierras son los dos picos más al Norte de la Sierra de Carondio, el pico Carondio de 1.222 m de altitud y el pico situado seguidamente al sudoeste, de 1.191m, que coinciden con los signos formados por más arcos concéntricos (cinco arcos, C1 y cuatro, C2), lo que sugiere que el autor de los grabados pretendió indicar con tales signos los puntos de mayor altitud.



El hecho de que la Sierra de Muriellos tenga un desarrollo longitudinal menor que la de Carondio explicaría el vacío que existe en la estela, tanto sobre los dos arcos concéntricos de la derecha (M1-M2) como bajo ellos. Finalmente la Peña de Carondio, la mayor altitud del conjunto, que preside todo el valle, podría explicar el ligero desplazamiento del grupo de cinco arcos concéntricos (C1) hacia el centro de la estela en su parte superior y en la vertical de la línea ondulada que representa el arroyo. No debe de extrañar en absoluto el empleo de tales signos para simbolizar el relieve terrestre ya que recuerdan sobremanera al método ancestral de los perfiles abatidos, unas imágenes cartográficas que perduraron prácticamente hasta el siglo XX aunque en el último tercio del anterior se aceptaran las curvas de nivel como medio ideal de llevar a cabo tal representación. 

Nos queda aún por aclarar el significado de los dos arcos simples (P1 y P2) que se encuentran localizados entre los conjuntos de arcos concéntricos situados en el segundo y tercer lugar del margen izquierdo de la estela y sobre la línea ondulada. 


En la hoja del Mapa Topográfico Nacional a escala1:25.000 (San Emiliano 50-I. Ed. 2002) podemos establecer, en nuestra opinión, la relación entre los arcos concéntricos y la línea ondulada con la realidad a la que representan, de la siguiente forma: 

Los signos que hemos denominado con la letra C, en referencia a la sierra de Carondio, representarían al pico o peña de Carondio de 1.222 m (C1) y al pico de 1.191 m (C2), como ya ha sido indicado anteriormente. Los signos C3 a C7 se corresponderían con las cinco cumbres de la sierra que se extienden desde el pico Guileira al pico Violla, marcando las altitudes 1.184 m (C3), 1.145 m (C4), 1.1117 m (C5), 1.021 m (C6) y 1.011 m (C7), claramente observables en el referido mapa topográfico. 

Intercalado en tercera posición entre estos signos con forma de arcos concéntricos se encuentra el signo que hemos denominado S1, con forma de arco simple. Esta posición parece corresponderse, en la realidad topográfica del lugar, con la pequeña ondulación del terreno que se encuentra entre el pico de 1.191 m (C2), segundo en altitud de la sierra,  y el pico Guileira de 1.184 m (C3), esto es con el pico Formón de 1.172 m de altitud. 

Los signos a los que se les ha atribuido la letra M se corresponderían con la sierra de Muriellos observada desde el interior del valle del arroyo de Carondio o desde las cimas de la sierra del mismo nombre. El signo M1 se correspondería con la loma de 1.003 m de dicha sierra, identificada en el mapa topográfico con el Campo Ordial, mientras que el signo M2 representaría la loma de 986 m denominada, en el mapa, La Braña de Is. 

El signo R1 se correspondería con la representación del arroyo de Carondio que discurre, en un curso serpenteante entre las dos sierras. 

El signo S2 se halla localizado en la estela entre el signo M1, colocado encima, el signo C4, a su izquierda, y el signo R1, situado inmediatamente debajo. Si disponemos los signos M1, C4 y R1 en el mapa sobre los elementos topográficos que parecen representar y situamos posteriormente el signo S2 sobre el mapa, en la misma posición relativa que tiene en la estela, observamos que S2 parece corresponder con el paso del arroyo de Carondio siguiendo el camino que desde Las Brañas de Is, asociada al signo M2, se dirige hacia las Brañas de Bojo y Beveraso, en las faldas del pico Samoso, al que le correspondería el signo C6. 

Este vado del arroyo de Carondio, que se localiza entre el pico correspondiente con el signo C4, en la sierra de Carondio, y el signo M2, en la de Muriellos, debería ser lo representado por el signo S2. 

Parece que estos dos signos con forma de circunferencia simple coinciden en el mapa con un pico y un vado, dos formas orográficas que podríamos considerar opuestas y que, sin embargo, se representan con el mismo signo. En nuestra opinión estos dos signos no son pictogramas claros y de fácil interpretación como aquellos con forma de grupos de arcos, que representarían montes, o la línea ondulada, que figuraría el río. En el caso de los signos S1 y S2 estaríamos ante ideogramas, es decir, ante dos signos que, aunque representan dos realidades geográficas distintas, que nosotros creemos entender y localizar por el contexto en que se sitúan, estarían representado una idea diferente de la forma orográfica con la que coinciden topográficamente. En nuestra opinión estos signos, con forma de arco, quizás interpretables como puertas, podrían estar representando la entrada en dos territorios diferentes y ser un ideograma en posible conexión con el concepto de límite territorial.

En consecuencia consideramos que lo más probable es que lo representado en la estela sea una división territorial, entre dos comunidades, del espacio comprendido por las sierras de Carondio y Muriellos y por el arroyo que discurre entre ellas. Aprovechando el pico Formón (S1) y el lugar donde un camino que discurre entre la sierra de Muriellos y Carondio cruza el arroyo del mismo nombre (S2) se divide el territorio de explotación económico de dos comunidades. Los demás signos (C1-C7, M1 y M2 y R1) serían un mapa descriptivo, en un lenguaje realista que utiliza el pictograma como medio de representar un mensaje claro, del espacio real que se pretende dividir. 

De esta manera la sierra de Muriellos, la cabecera del pequeño valle que forman el arroyo y las dos cumbres más altas de la sierra de Carondio (los signos C1 y C2 y M1 y M2, los signos situados en la estela por encima de S1 y S2) corrsponderían a una comunidad, que podría haber habitado al SE de la sierra de Muriellos, justo donde actualmente se encuentran las aldeas de Muriellos, Bedón e Is; sus  gentes serían las que hasta hace unos decenios explotaron La Braña de Is. El resto del espacio, las cumbres más bajas de la sierra de Carondio y el valle del arroyo (signos C3 a C7 y R1) pertenecerían a otra comunidad que habitaría al sur de las sierras, donde hoy se encuentran las aldeas de Bevaraso y Bojo, las gentes que explotaban las Brañas de Bojo y Bevaraso. El pico Formon y el vado del camino que une las dos brañas (signos S1 y S2) serían sus límites territoriales. 

En conclusión creemos que nos encontramos ante un mapa fácilmente reconocible, representado por pictogramas claros e identificables sin dificultad que simbolizan montes agrupados en sierras y un río. Un mapa que mostraría una realidad topográfica no dudosa, que no se prestase a equívoco alguno,  y que se pudiera usarse para lo que realmente se pretende, la división del territorio representado entre dos comunidades. Empleando para ello dos signos no pictográficos, sino ideogramas con el significado de límites y que utilizan dos realidades orográficas, un vado y un pico, a los que no representan pero que son reconocibles y comprensibles por su localización en el mapa.

La fiabilidad de la interpretación cartográfica que se acaba de efectuar cobra mayor verosimilitud cuando se realzan sobre la hoja correspondiente del Mapa Topográfico Nacional los detalles altimétricos más representativos. La conclusión es obvia: el megalito era una visión del paisaje que desde él se contemplaba, un antecedente remoto de los puntos de los miradores que jalonan algunas rutas turísticas de especial interés. La interpretación que se acaba de realizar no supone ninguna novedad[4], recuérdese lo ya comentado a propósito de las muestras localizadas en Tepe Gawra (Iraq) y en Talat N´Iisk (Marruecos) que guardan un gran parecido con la imagen representada en la estela, aunque creamos al mismo tiempo que es esta la primera vez en la que se identifican petroglifos cartográficos en España y que aparecerían muchos más si se examinasen de nuevo, y con enfoques complementarios de los convencionales, los numerosos fondos que están debidamente documentados.



Relación entre los signos de la estela y los elementos topográficos reales



Notas de pie

[1] 
Se podría dar a lo representado una función meramente decorativa, ornamental, en la que los signos, abstractos, tendría como finalidad embellecer el ortostato a partir de formas que pudieran tener un significado de carácter religioso o funerario remoto e incomprensible. Pero la falta de simetría, las abundancias de vacíos sin decorar y la carencia de conexión entro los signos, en aparente desorden, hacen esta interpretación poco probable.

  
[2]  Una segunda interpretación, la más habitual, que considera el arte del megalitismo, en palabras de Bueno y Balbín (Una geografía cultural del arte megalítico: las supuestas áreas marginales, en primer Symposium Internacional de Arte Prehistórico de Ribadesella. El Arte Prehistórico desde los inicios del siglo XXI. 2003) como “expresión de la mitología de la muerte (p. 300)” o “una grafía asociada al ámbito de la muerte (p. 303)”, partiría como, clave para hallar el significado del conjunto, de la línea ondulada que se podría interpretar formalmente como un serpentiforme, como la representación esquemática de una serpiente. Entonces estaríamos ante una muestra de una narración mitológica-funeraria en la que la serpiente adquiría un valor simbólico como emblema de la muerte, de la tierra, de lo oculto pero vivo, y las semicircunferencias concéntricas se convertirían en ovas, en huevos, símbolos de la vida y de la resurrección, o en cantos rodados simbolizando la tierra. Estas interpretaciones son sugestivas y profundamente subjetivas, pero no tienen ningún fundamento en que apoyarse, más que en los consabidos mitos eternos sobre la muerte, y por tanto no demostrables; de ahí que consideremos que esa lectura es poco verosímil e inconstatable.

[3]  Una tercera y sugestiva interpretación que podríamos proponer aquí, relacionaría los signos con prácticas de “chamanismo”, siguiendo las líneas propuestas, como interpretación del arte de las cavernas paleolíticas, por J. Clottes y D. Lewis-Williams (Los chamanes de la prehistoria. Barcelona 2001). Según estos autores “en el primer estadio del trance [de los chamanes], el más ligero, se ven unas formas geométricas tales como puntos, zigzags, parrillas, conjuntos de líneas o de curvas paralelas entre sí y de meandros (p. 15)”, pero hay demasiado orden y falta de espontaneidad (son grabados trabajosos, estructurados y meditados), y es imposible que fueran ejecutadas en un estado de conciencia alterado, aunque si pudieron ser realizados después del trance “para suscitar y reencontrar las visiones (p.86)”.

[4]  De hecho ya apareció un resumen de la misma en uno de los fascículos de la Historia de Gijón editada por el diario El Comercio de aquella ciudad y redactado por el primer firmante de este artículo.
Make a Free Website with Yola.